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Un ligero viaje por la historia...

La ciencia occidental –según palabras de Grof- avanza hacia un cambio de paradigma de proporciones sin precedentes que cambiará nuestro concepto de la realidad y de la naturaleza humana, y reconciliará las diferencias entre la espiritualidad oriental y el pragmatismo occidental. De aquí, que la psicología transpersonal puede ayudar a entender los nuevos cambios, menos tradicionales y más auténticos.



Según Natalia Luna, lo que caracteriza al terapeuta transpersonal no es el contenido, sino el contexto; el paciente es quien determina el contenido. El terapeuta formado en este modelo se ocupa de todos los sucesos que emergen a lo largo del proceso terapéutico, incluidos los asuntos mundanos. La orientación transpersonal es el modelo de la psique humana que reconoce la importancia de las dimensiones espirituales o cósmicas y el potencial evolutivo de la conciencia. Por eso causa tanta revolución en la actualidad, y por eso todas las miradas están puestas en este momento hacia el continente americano, donde se originó –con el invaluable aporte europeo y oriental- y donde residen sus principales líderes.

Pero, ¿cómo se inició todo?

Lo Transpersonal en el mundo desde la década de 1960 a la fecha.

 

Extractado del Diccionario Crítico de Ciencias Sociales,
texto de Fernando Rodríguez Bornaetxea
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea


En 1966, el grupo de editores del Journal of Humanistic Psychology, comenzaron a observar una tendencia, tanto en su publicación como en general en el movimiento humanista americano, a interesarse por temas trascendentales. A. Maslow y otros colaboradores como Anthony “Toni” Sutich, comenzaron a hacer declaraciones en la línea de: "el concepto de auto-actualización no es suficientemente comprehensivo", o señalando: "el interés para la psicología de los estados místicos, modificados por consideraciones humanísticas y por la occidental actitud empírica". Fruto de esta constatación surgió la idea de una publicación para la que Maslow propuso el nombre de Transhumanista, término acuñado por Sir Julian Huxley (a quien estudiaremos en el módulo 6) en 1957. Previa selección frente a otras propuestas y tras consulta con el autor, el 14 de Septiembre de 1967, Maslow, recién elegido presidente de la Amercican Psychological Asociation, presentó en sociedad la Transhumanistic Psychology.



Tres días más tarde Maslow anunció la puesta en marcha de la revista Journal of Transpersonal Psychology, para la que se eligió un Comité de Organización y se repartieron responsabilidades. Sin embargo, a principios de 1968, durante una reunión en la que tomaban parte Maslow, Viktor Frankl, Stanislav Grof y James Fadiman, vista la oposición que había levantado la elección del término transhumanista, se recomendó Transpersonal como más adecuado para el título de la revista, sugerencia que fue inmediatamente aceptada.



Sin embargo, las discusiones sobre la autoría del término no acabarán aquí. Miles A. Vich (1990), editor del Journal of Transpersonal Psychology, señala que Toni Sutich ya utilizaba el término en 1967 citando como fuente una comunicación de Stanislav Grof. El escritor y filósofo Dane Rudhyar en Rhythm of Wholeness (1983), reivindica el término como de origen junguiano y afirma haberlo utilizado desde 1930. Uno de los biógrafos de William James, R. B. Perry, describe en The Thought and Character of William James, vol. 2,(1936), el uso del prefijo trans, incluido trans-personal para señalar aspectos que aparecen en el pensamiento transpersonal contemporáneo. También se ha mencionado a Roberto Assagioli creador de la Psicosíntesis (Weil, P.;1988) y a Emmanuel Mounier (Descamps, M. A;1987) fundador del personalismo, como acuñadores del término.



En el primer número del Journal (1969), Toni Sutich propuso esta definición: "Transpersonal es el título dado a una fuerza que emerge en el campo de la psicología por obra de un grupo de psicólogos y de profesionales de otros campos, quienes se interesan en esas capacidades y potencialidades humanas últimas que no tienen lugar sistemático en una teoría positiva o conductista (primera fuerza), en la teoría psicoanalítica clásica (segunda fuerza) ni en la psicología humanista (tercera fuerza). Esta emergente psicología transpersonal (cuarta fuerza) se ocupa específicamente del estudio científico empírico y de la implementación responsable de los descubrimientos pertinentes, del devenir, las meta-necesidades del individuo y de la especie, los valores últimos, la conciencia unitiva, las experiencias cumbre, los valores B, el éxtasis, la experiencia mística, el temor reverencial, el ser, la autorrealización, la esencia, la beatitud, el prodigio, el sentido último, la trascendencia del sí mismo, el espíritu, la conciencia cósmica, la sinergia del individuo y de la especie, el encuentro máximo interpersonal, la sacralización de la vida cotidiana, los fenómenos trascendentes, la auto-ironía y el espíritu de juego cósmicos, la máxima toma de conciencia personal, la capacidad de respuesta y expresión, y conceptos, experiencias y actividades relacionadas con todo ello. En cuanto definición, esta fórmula ha de entenderse como sujeta, parcial o totalmente, a interpretaciones individuales o grupales optativas con respecto a la aceptación de sus contenidos como esencialmente naturalistas, teístas, sobrenaturalistas, o de cualquier otra designación clasificatoria". (Sutich:1969).



Como se puede observar, la nueva definición es una sucinta integración de los temas fundamentales. No aparecen temas como más allá del ego o del self, experiencia transpersonal, transcultural, holística, etc, que siempre habían caracterizado al movimiento. De todas formas, como señala M. A. Vich (1992), tanto la psicología transpersonal como su definición continuarán evolucionando, puesto que, a pesar del camino recorrido, este ámbito de la psicología es sobre todo un proyecto en marcha.



La Psicología Transpersonal surge para abordar cuestiones que la psicología mayoritaria había marginado debido a una serie de creencias falsas que funcionan como limitaciones para la comprensión de la naturaleza humana. La primera de estas falsas creencias es que el desarrollo psicológico cesa al acceder a la madurez, creencia que comienza a ser desmentida desde las propias instancias de la psicología evolutiva oficial. La segunda es que la salud psicológica puede ser deducida del estudio de la patología. La tercera, que las experiencias místicas o transpersonales son insignificantes o patológicas.



Acompañando a estas creencias falsas, la psicología tradicional ha evolucionado en base a los métodos aceptados por la comunidad científica y, como dijo Maslow, cuando la única herramienta es un martillo, todo empieza a parecerse a un clavo. El cientificismo y su soporte filosófico, el positivismo lógico, que se pretenden la única forma válida de producción de conocimiento, han sido un lastre importante para la evolución del saber antroposocial, empujándole hacia una concepción anticuada de las ciencias naturales. Paradójicamente, en el mismo momento que la conciencia era eliminada de la psicología en nombre de la física, esta progresista disciplina volvía a necesitar de la conciencia para formular las leyes de la mecánica cuántica.

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