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Mandalas, Laberintos e Imágenes Primordiales

La espiral es el sentido o forma natural que toma la energía. Todo en el universo parece danzar en una eterna espiral. Los ciclos no son circulares, son espiralados. Parecen repetirse pero en realidad se superan, y se expanden hacia los costados, elevándose en un viaje hacia lo infinito: ¿quizás hacia Dios?...



 

La espiral y el círculo como símbolos primordiales representan el Todo, ya que en sus trazados incluyen y trascienden. Representan el nacimiento, la muerte y el re-nacimiento del ser. Y al mismo tiempo, las distintas etapas de nuestro crecimiento y evolución.



Tanto mandalas como laberintos han tendido a tomar esta forma y encontraron su propio ritmo a partir de esta imagen básica. La visión transpersonal adhiere al modelo espiralado de la vida y procura que en cada giro podamos dar un salto cualitativo y crecer en consciencia hasta llegar al centro mismo del self.



 

Los Mandalas.



Existe una limitación cultural en nuestra sociedad a expresarnos a través del arte gráfico, aunque sean muchas las personas con inclinación natural al dibujo y la pintura. En este sentido, los mandalas se proponen como un desafío a superar los miedos atávicos a mostrarnos (y a la vez a encontrarnos) a través del arte. Para encaminarse en ellos no es necesario “saber” nada de teoría artística ni contar con “talentos” especiales (aunque esta técnica sea muy valorada en el ambiente artístico académico).



 

El valor transpersonal de los mandalas radica en su capacidad de activar mecanismos internos de la consciencia y el ser que nos permiten expresar contenidos potencialmente creativos, ordenarlos y darles un sentido. Este sentido, llamado por algunos “inspiración divina” es la piedra angular de la autorrealización y el encuentro último con lo divino.



Los Laberintos.



 

Existieron laberintos en todas las culturas y épocas. La función del laberinto es muy enigmática. Se ha especulado mucho sobre este punto, sugiriéndose iniciaciones místicas, ritos de paso, mapas de “tesoros ocultos”, trampas , etc.



Desde la visión transpersonal el laberinto es un espejo, una imagen, un símbolo sobre el difícil y complejo camino de la vida de los seres humanos. Habla de las verdades de la vida, de las dificultades y las luchas, pero también simboliza la entrada, el centro y la nueva libertad una vez que se vuelve al exterior. El laberinto tiene entre sus fines terapéuticos encontrar la iluminación y la verdad luego de un confuso recorrido entre sus intrincados vericuetos. Nos invita a des-estructurar nuestra mente llegando despojados de prejuicios al centro de nuestro ser. Una vez allí y tras encontrar la verdad más pura que constituye nuestra “piedra filosofal”, el regreso se vive como una reorganización de lo aprendido. Desordenar para volver a ordenar; desandar para seguir andando; allí parecería encontrarse la clave…



 

Una propuesta de formación integral.



En esta formación realizamos juntos un viaje de descubrimiento hacia el significado, el uso y las técnicas de varios símbolos primordiales, que reaparecen una y otra vez en las diferentes civilizaciones de nuestro planeta.



 

Contemplar mandalas, recorrer un laberinto o internarse en la trama conmovedora de una espiral calma la vista, despierta sentimientos agradables, hace aflorar en nosotros la creatividad: un componente netamente transpersonal.

El propio impulso de crear formas circulares es indicativo de la profunda necesidad humana de totalidad e ilustra la integración de los acontecimientos significativos y de los contenidos de la conciencia. Es un proceso reflexivo y creativo; en ocasiones resulta imposible diferenciar claramente un momento reflexivo de un estado de ánimo creativo. Pareciera que la reflexión abre pequeñas puertas que conducen a la fuente creativa, la cual, una vez abierta, empieza a fluir en capas de conciencia cada vez más amplias.

 

La oportunidad de un intercambio infinitamente fructífero reaparece al diseñar nuestro propio mandala, al caminar sobre un laberinto o al danzar cósmicamente en una espiral. Nuestro ser interior nos transmite una información intuitiva y meditativa que por medio de imágenes funciona como un espejo y puede contener la historia arquetipal de toda la vida humana, así como de aspectos particulares de nuestra personalidad que necesitan atención.

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