En todas las religiones del mundo encontramos la presencia de los ángeles, en todas las reglas o manifestaciones de fe que existen actualmente, y también en aquellas que una vez formaron parte de la humanidad y desaparecieron. Según la época en que se manifestaron, y según las creencias a través de las cuales aparecieron, han tenido diferentes nombres.



 

La palabra ángel, etimológicamente, significa ‘mensajero’ y deriva del vocablo griego “ángelos”. Los ángeles son los carteros de Dios, los que comunican las palabras del Creador a los hombres. Dice santo Tomás de Aquino, el más grande filósofo de la iglesia católica, que son seres de luz, íntegramente hechos de luz que nunca tuvieron vida humana.



Para descubrirlos hace falta una dosis de fe. Pero, por fortuna están tan deseosos de asistirnos que aparecen en nuestra vida en los momentos en que más los necesitamos, que suelen ser justamente cuando más carecemos de fe. Por eso no precisamos ser verdaderos teólogos, místicos o metafísicos para encontrarlos.



 

Los ángeles pueden tocarnos el alma. Nos mejoran la manera de ver las cosas ante cada situación difícil que la vida nos presenta. Tenerlos como ayudantes nos garantiza la felicidad y la unión con Dios, porque al fin y al cabo, somos Uno.



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Lo proponemos desde una perspectiva metafísica (común a todas las religiones) y psicológica trascendental. Sigue el lineamiento que nos caracteriza y evalúa la propuesta transpersonal de reconocer al ángel de la guarda como el amiguito invisible que teníamos en la infancia...